Estos son los mejores relatos del mes de enero. Esta vez el tema era la
Navidad. ¡Disfrutadlos, que son muy buenos!
Era
Navidad, y Mónica estaba tan ocupada comprando regalos y más regalos que ni se
dio cuenta de que un hombre gordo vestido de rojo se había llevado a su hijo.
La Navidad
Aquella
noche venía Papá Noel. La noche de Navidad, me encanta.
Tenía
sed. Me levanto para ir a la cocina y... allí está el grandullón de rojo
entrando en las casas y llevando felicidad. Me quedo un rato mirando por la
ventana y oculta detrás del árbol para que no me vea. Espero que venga rápido a
mi casa.
Tarda un
rato en salir de casa de mi vecino. Yo pensaba que era malo y que no le iban a
dejar ningún regalo, pero aun así entró. Sí, es que es un héroe, el de rojo es
un héroe.
Me tapo
porque gira la cabeza hacia mi ventana. Vuelvo a mirar a escondidas. Yo pensaba
que los que se quedaban con los regalos eran los niños...
Una
decepción navideña
Como de costumbre el día 24 de diciembre,
toda la familia Stanford se reunía en nuestra casa para celebrar la Nochebuena.
Mi madre había preparado su famoso pollo relleno para ocasiones especiales, así
que nos sentamos a la mesa. Por un lado, estábamos todos los niños y, en vez de
estar comiendo, cada uno hablaba de lo que le había pedido a Papá Noel. Y por
el otro, los adultos hablaban de sus cosas.
Papá se marchó de la mesa y salió
corriendo para fuera con un gorro de Santa Claus en la cabeza y poco tiempo
después escuchamos algo en la chimenea. ¡Parecía Santa Claus! Entonces vimos
que algo se lanzaba hacía la chimenea, pero esa enorme bola gigante quedó ahí
encajada. Todos nosotros nos quedamos sorprendidos porque no había regalos. Y,
de papá, nadie supo nada nunca más.
Llegó
Nochebuena y, como siempre, toda la familia se juntó en la mesa. Se podía
comprobar cómo todos estaban en su contra puesto que nadie hablaba con ella,
parecía como si no estuviese… Y todo debido a aquel terrible pasado... Ella los
odiaba a todos, pero no dejaban de formar parte de su familia… Y al llegar el
anochecer, suelta un llanto como otro cualquiera, solo quiere que todo vuelva a
la normalidad, pero eso no va a pasar, los fantasmas no se pueden visualizar.
Polvorones
Él siempre hacía lo que le daba la gana.
Tan chulito, y ahora allí, en el salón. Y claro, no, no podía dar su brazo a
torcer. Mira que se lo habíamos dicho,
que están bien para la Nochebuena, pero es que a Juan, cuando se le metía algo
en la cabeza, no había forma de quitárselo. Y ya ves, allí en el salón, sin
haber conocido el nuevo año y
quedándonos sin el cotillón todos. Se lo habíamos dicho, que lo de
cambiar las uvas por polvorones era una salvajada, pero...
—Oiga, se lo llevarán al depósito, ¿no? Es
que este año me decidí a poner la alfombra nueva, ¿sabe?
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